[Especial navidad] Navidad en Japón
Cuando se me pidió que escribiera algo relacionado sobre la celebración de Navidad en Japón al principio me quedé en blanco. Primero porque nunca he pasado una Navidad en Japón y aunque soy mitad japonesa, nací en Chile y fui criada como una ciudadana más de este largo y ancho país. En otras palabras, la Navidad al estilo japonés nunca ha sido tema para mí.
La Navidad generalmente la celebro en familia. Cuando niña esperaba que el Viejito Pascuero me regalara todo lo que yo pedía. Ahora de grande espero que mi amigo secreto sepa mis gustos. En mi familia esperamos la medianoche reunidos frente a una cena navideña, a veces es chocolatada navideña, y cuando llega las 12 nos abrazamos. Luego alguien corre a poner la figura que representa el niño Jesús en el pesebre y después repartimos los regalos. Así ha sido desde que tengo memoria. Una celebración familiar tranquila, con un sentido íntimo sobre el significado del nacimiento de Jesús en nuestras vidas (algunos parientes tienden más al sentido religioso; otros, y acá me incluyo, con un pensamiento más libre y filosófico). Por eso que cuando supe que en Japón se celebra con pollo frito y con un pastel navideño pequeño y muy caro quedé bastante sorprendida.
Al investigar más sobre la curiosa tradición del pollo frito me enteré que esta tuvo su origen en la conocida cadena de comida rápida Kentucky Fried Chicken Japan. Según cuenta la leyenda, a principios de la década de los 70 Okawara Takeshi, el mánager del primer KFC de Japón, escuchó una conversación que sostenía un grupo de extranjeros acerca de lo mucho que extrañaban comer pavo en Navidad. Con esta plática en la mente, Okawara se fue a dormir. Sin embargo, despertó a medianoche, luego de soñar con una porción gigante de pollo frito. En ese momento se dio cuenta que a falta de pavo asado, buenos son los pollos fritos para celebrar Navidad.
Cierto o no, lo concreto es que el consumo de pollo frito se ha convertido en una tradición navideña imperdible para los japoneses. Un país que careció por muchos años de un rito importante en Nochebuena, KFC llenó un vacío y, de una manera u otra, ha convertido algo tan trivial, como ir a comprar comida rápida, en un momento especial para las familias niponas.
Otra tradición muy arraigada en la sociedad japonesa es el Kurisumasu Keekiクリスマスケーキ (del inglés Christmas cake) o pastel de Navidad, el que ya a simple vista no tiene nada en común con nuestro conocido, pero aburrido, pan de pascua. Para empezar la decoración del pastel japonés, cuyos ingredientes básicos son mantequilla, crema y frutas, es casi una obra arte. Esta tradición puede tener sus orígenes en los tiempos de la ocupación de EE.UU en el territorio japonés, ya que por aquel entonces las madres de los soldados estadounidenses enviaban pasteles para la celebración navideña. Obviamente estos pasteles no llegaban en buen estado, sin embargo, en un país devastado por la guerra y donde el alimento no abundaba, para muchos japoneses un pastel de esta clase era considerado todo un lujo. Curiosamente la Navidad en Japón es una fecha muy esperada por los enamorados, algo que también los militares norteamericanos tienen mucho que ver. Este aspecto romántico de la celebración se originó cuando los japoneses notaron que los militares solían pasear con sus novias en Nochebuena y Navidad por la ciudad. Con una población cristiana menor al 1% en Japón, no da a lugar cambiar el día 25 de diciembre a feriado. No obstante, los soldados estadounidenses sí disfrutaban de uno o dos días libres para celebrar Navidad con sus más cercanos en estas tierras lejanas. De este modo, celebrar con un pastel de Navidad y tener citas románticas eran signos de bienestar, riqueza, modernidad y estatus en el Japón de posguerra. Y si algo los japoneses saben hacer bien es copiar modelos y tradiciones extranjeras para hacerlas a su manera.
Como ya mencioné, Japón no cuenta con una amplia población cristiana, por lo que esperar que estas fiestas tengan un significado espiritual es un sinsentido. Navidad, al igual que otras festividades occidentales como Halloween o San Valentín, es una escusa perfecta para celebrar la prosperidad económica. No por nada fue en una tienda comercial de Tokio, específicamente la librería Murazen, donde nació la tradición de adornar las vitrinas con motivos navideños con el objetivo de incrementar las ventas al amparo del atractivo gancho comercial Kurisumasu purezentoクリスマスプレゼン (del inglés Christmas Present) en el año 1877 [1].
En definitiva, podemos afirmar que los japoneses han logrado por cerca de 140 años introducir a sus vidas una festividad ajena a sus costumbres y creencias, aunque para ello han tenido que japonizarla, es decir, adecuarla a su conveniencia dependiendo de la época y estabilidad económica que atraviesa el país. Lo que conlleva que ninguno de estos ritos o tradiciones guarden un sentido religioso o espiritual profundo.
Para muchos japoneses Navidad es, en el mejor de los casos, tener una cita romántica, hacer un alto para comer en el KFC más cercano, seguir recorriendo las calles iluminadas y posteriormente terminar la velada con un pequeño, pero hermoso Kurisumasu Keeki.
Al pensar nuevamente en mis Navidades me he dado cuenta que, sin querer, muchas veces he celebrado esta festividad a la japonesa, pero chilenizada. En variadas ocasiones ha sido el pollo, y no el pavo asado, el protagonista en mi cena Navideña. Y para el postre nunca ha faltado un trozo de torta. A veces me conecto con la mitad de mis raíces de las formas más insospechadas.
Ya sea a la chilena o a la japonesa, que todos tengan una メリークリスマス(merī kurisumasu).
Referencias:
[1]Davis, Winston. Japanese Religion and Society: Paradigms of Structure and Change. State University of New York Press, 1992.