Los relatos de Riichi Yokomitsu: un reencuentro con la esencia simple del Japón
Hace mucho tiempo que no sentía esa sensación de estar frente a una obra de la literatura japonesa; de la verdadera literatura japonesa. Pareciera que mientras más autores conozco, más se agranda la idea de que nada es puramente japonés. Nunca la obra de un autor es lo suficientemente “japonesa”. Es como cuando crees que te acercas a la montaña y esta luce cada vez más lejos. Esta vez creo que he dado otro paso más adelante; uno, quizás, más certero.
No había tenido oportunidad de leer obras de Riichi Yokomitsu; jamás lo vi en librerías y, honestamente, nunca había escuchado su nombre. Cuando lo busqué en Google vi que la información acerca de él es escasa. Parece que, finalmente, llego al territorio más profundo de la cultura nipona; a las afueras de lo mainstream y llegando a la raíz de la tradición oriental. Eso es al menos lo que quiero creer, y siento que no estoy tan equivocada.
Es curioso que exista tan poca información sobre Yokomitsu, tratándose de un autor más bien contemporáneo y coetáneo de otros maestros literarios como Yasunari Kawabata y Ryunosuke Akutagawa. Puede que la causa sea la brevedad de su obra, dentro de la que destaca la novela Shanghai; aun así, creo que no hay justificación para no haber dado más cabida a una pluma tan increíblemente simple, humana, cotidiana y brutal.
La primavera llegó en un carro tirado por caballos, es una de las pocas, si no la única compilación de relatos de Yokomitsu en idioma español. Editorial Noctámbula (2019) trajo este conjunto de historias traducidas directamente del japonés por Masako Kanno, Mariana Alonso y Gabriela Occhionero, y con un estudio preliminar de la mano de Miguel Sardegna, quien se encarga de ponernos en contexto para la comprensión de la obra y de su autor. Pero sin importar cuán esclarecedora y certera sea esta introducción, nada nos prepara para la lectura, pues, como ocurre con la mayoría de las obras japonesas, la genialidad no reside en el tema ni en los efectos estimulantes, sino en un estilo de escritura totalmente distinto que desconcierta a la lectura occidental.
“Tesoro”; “Una mosca”; “La primavera llegó en un carro tirado por caballos”; “Máquina” y “Tiempo”, son relatos tan cotidianos que pudieran parecer insignificantes. No se trata de rutinas diarias, ni del movimiento acelerado de la urbe, o el sinsentido de nuestros días, sino de acontecimientos tan íntimos y personales que escapan de la territorialidad y alcanzan la universalidad; escritos con una pluma “sencillamente” japonesa.
Este rasgo, tan propio de lo que mayormente se conoce en literatura japonesa, consigue un nivel particularmente notable en esta obra, cuya brevedad y temática son un elogio al instante mismo, a lo particular. No hay grandes tramas, viajes o desarrollos de personajes; solo el universo vasto de un acontecimiento que puede ser el instante decisivo de la vida.
Si con Kawabata corremos el riesgo de encontrar una pluma especialmente descriptiva y adornada con la belleza de la naturaleza, que relacionamos, quizás erróneamente, como “lo japonés”, en Yokomitsu encontramos una simpleza desabrida, pero tan increíblemente neutral que es imposible desconocer la realidad. Es curioso que pese a haber despreciado la novela del yo, como nos cuenta Sadegna en el estudio preliminar, lo real-personal se convierte en estos relatos en uno de los rasgos más destacados, pues en conjunto con la retórica simple y sencilla del autor, el resultado es unánime; la humanidad ejemplificada en su absoluta desnudez. El amor, el odio, las casualidades, las incoherencias, el misterio del tiempo…los personajes más incomprensibles de la vida juegan con nosotros, simples humanos, dejándonos a merced de las circunstancias, del instante. La dualidad, realidad ineludible en la que vivimos, se nos aparece constantemente en cada una de las historias, como en el cuento homónimo, en que el esposo debe cuidar a su mujer enferma de tuberculosis. Aun cuando toda la situación es agobiante, el hombre confiesa: “Pero aun lo extremo de ese sufrimiento se le hacía mucho menos intenso que los celos que ella le había hecho pasar cuando se encontraba bien. Se dio cuenta de que su cuerpo enfermo de pulmones contaminados le daba más alegría que con sus pulmones sanos del pasado".
Como en toda obra tradicional japonesa, no hay distinción entre forma y contenido, principio y final, naturaleza y sociedad… todo confluye, todo llega al mismo destino; los extremos no se encuentran opuestos en esquinas distantes; por el contrario, danzan incansablemente juntas, formando la incoherencia de la vida. En esa incoherencia flotan los personajes de los relatos de Yokomitsu, y la realidad es tan cruda como la mosca, que encuentra la felicidad tras la desgracia en “Una mosca”.
Más allá de la agudeza de su pluma, la obra de Yokomitsu nos deja algo en claro; más bien nos recuerda algo que parece haber sido olvidado tras el orientalismo y las japonerías que abundan hoy en día: lo japonés no consiste en una descripción pomposamente embellecida, sino en la simpleza e imperfección de las cosas. Esto es precisamente lo que caracteriza estos relatos, y nos traen la frescura de la esencia japonesa, tal y como lo afirma el propio Kawabata en su obituario por la muerte de Riichi Yokomitsu: “Fuiste, como buen japonés, íntegro, simple y sincero”.
Datos de la publicación:
Título: La primavera llegó en un carro tirado por caballos. Autor: Riichi Yokomitsu Traducción: Masako Kano, Mariana Alonso y Gabriela Occhionero Selección y estudio preliminar: Miguel Sardegna Editorial: Noctámbula. Año de publicación: 2019 Páginas: 159