Nikkei, un viaje extraordinario por Kaori Flores Yonekura
Cada vez que me preguntan por mi identidad japonesa suelo ser muy enfática. Contesto y contestaré sin titubear que soy hafu, no nikkei. Soy mestiza, soy mitad chilena y mitad japonesa, pero nunca nikkei. No es algo antojadizo, ni una situación que me entristezca o me alegre; para mí es tan solo un hecho. Ser nikkei es, en simple, quien emigra del Japón y toda su descendencia nacida fuera del sol naciente. Al no calzar con ese concepto ni compartir una historia en común con los nikkei chilenos, me es imposible sentirme como una de ellos. Sin embargo, cuando miro con detenimiento mi historia personal y la comparo con la de muchos otros nikkei, reconozco que padecemos de algo en común: a todos nos une la desmemoria.
Nikkei, el documental de la cineasta venezolana Kaori Flores Yonekura nos lleva por un viaje íntimo hacia la memoria, que comienza en el Japón de la era Meiji (1868 – 1912) en donde se nos explica el motivo por el cual muchos japoneses, entre ellos su abuelo Rinzo Yonekura, decidieron emigrar a territorios tan lejanos y desconocidos como lo era en ese entonces América del Sur.
El documental nos muestra una búsqueda incesante para conseguir traer a la vida los recuerdos –algunos más dolorosos que otros– pero que sin duda rescatan la importancia de afirmarnos en nuestras raíces para brotar desde allí, amparados en la seguridad que nos brinda saber quiénes fueron nuestros ancestros y qué tuvieron que lograr para que nosotros hoy en día podamos vivir y valorar su historia. Kaori Flores Yonekura trabaja con delicadeza, pero sin temor los temas de conflicto que resuenan en los recovecos de cada familia nikkei y que por diversos factores han quedado fuera de la historia oficial: la precaria situación de los japoneses en Latinoamérica a comienzos del siglo pasado, la esclavitud de amarillos en Perú, los campos de concentración para japoneses en EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial y la persecución y confiscación de bienes entre ciudadanos provenientes del Japón durante esta misma época en Venezuela, algo que, por cierto, también se replicó en Chile [1].
Muy fiel al estilo minimalista japonés, Nikkei, un viaje extraordinario es también un viaje de emociones contenidas por décadas. De viejas fotografías desempolvadas para contar una historia que no sabemos a cabalidad, pero que intuimos. Es completar un árbol genealógico con nombres y caras parecidas a las nuestras. Es, por sobre todo, un atisbo de esperanza para quienes navegan por vacíos inmensos de identidad.
“Lo más personal es lo más creativo”, señaló el director surcoreano Bong Joon-ho al recibir este año el Oscar a mejor película, citando a Scorsese. Sin dudas que en Nikkei aquello se hace patente en cada segundo, especialmente con el trabajo de musicalización y artístico que acompañan y dan ritmo al documental. Mención aparte merece aquel momento, casi mágico, en Japón mientras la directora busca la dirección de la casa de su abuelo en Yamanashi. Quiero creer que algo tan intrascendente como un simple paseo en bicicleta nos puede cambiar la vida. Prefiero creer que los ancestros nos hablan incluso a través de tales trivialidades.
Ficha técnica: Título original: Nikkei, un viaje extraordinario (2011) Duración: 80 minutos Dirección: Kaori Flores Yonekura Sinopsis: Un documental sobre la construcción de una identidad de la combinación cultural y de la inmigración japonesa a Latinoamérica: la esclavitud amarilla en los campos peruanos, las campañas mediáticas anti japonesas y de la esperanza de muchas familias por una mejor vida en una Venezuela involucrada en la II Guerra Mundial. (FILMAFFINITY). Disponible en www.mowies.com Links: Nuevo Objetivo Film
[1] Iitomi, K. “La identidad Nikkei en Chile” en Japonistas libro. Sociedad y costumbres del Japón. Santiago: Ediciones Zero, 2019.