La historia de Japón a través de mi ciudad natal: Funabashi
Con frecuencia, muchas personas suelen preguntarme si soy de Tokyo o cualquier otra ciudad de renombre cada vez que sale a discusión mi nacimiento en Japón. Y con aun mayor frecuencia, se quedan con más preguntas que respuestas al contestarles que mi ciudad natal es Funabashi. Algo que no es de extrañar, considerando que casi en la totalidad de los casos nunca antes habían escuchado hablar de aquella ciudad nipona. Incluso para aquellos más versados en geografía nipona tienen al menos cierta demora en posicionar dicha ciudad dentro del mapa japonés, eso hasta enterarse de que está ubicada en la prefectura de Chiba, entonces la tarea se torna mucho más sencilla. Aun así, para el resto de personas, la ciudad de Funabashi es una completa desconocida que no figura en guías y planificaciones turísticas típicas, ni tampoco cuenta con la suficiente visibilidad —al menos en occidente— dentro de películas, series de anime, manga y otras producciones por el estilo.
Ante esta situación, me propuse la tarea de indagar lo más posible en la historia Funabashi y en sus aspectos culturales. Desde un principio supe que esto solo se limitaría a una entrada dentro del blog, una revisión general sin entrar en mayores detalles. Y aunque todo lo escrito a continuación pueda ser de conocimiento básico y de manual para cualquier residente de la ciudad de Funabashi, o cualquier otro japonés interesado en el tema, lo cierto es que a título personal he de decir que adentrarme en la historia de mi tierra natal ha sido un verdadero descubrimiento, no solo en lo que respecta a la ciudad en sí, sino al inesperado e intrincado vínculo que esta misma tiene con toda la historia del Japón en general.
La primera duda a despejar acerca de la ciudad de Funabashi es su ubicación. Como ya se ha mencionado anteriormente, esta se encuentra en la división administrativa de la Prefectura de Chiba, a unos 20 kilómetros del centro de Tokio, asentada en la zona denominada como Meseta de Shimōsa, al centro de la isla principal de Honshu. Muchísimo antes de que la ciudad de Funabashi fuera fundada y que la misma idea de nación japonesa nacieran, esta área fue un importante asentamiento de población durante el período Jōmon, el que se extiende desde el año 14.500 antes de la era cristiana, hasta el 300 de la misma. Durante esta época del paleolítico japonés, la zona ya experimentaba una importante presencia de vida humana, esto gracias a las investigaciones arqueológicas, principalmente en el sitio de Ebigasaku y el montículo de Takane-Kido. Siendo ambos grandes montículos artificiales de conchas marinas, evidenciando que la presencia humana en la zona no fue menor.
Ya con estos antecedentes en conocimiento podemos dar el gran salto temporal hasta los orígenes más concretos de la ciudad de Funabashi en el sentido más moderno de la palabra.
Funabashi, al igual que muchas otras ciudades japonesas posee dos orígenes; uno en la mitología y la leyenda popular, y otro en la historia concreta. En ambos casos, el río Ebi, uno de los principales flujos de agua que atraviesa la zona, posee un protagonismo especial. En este primer origen de naturaleza mítica, la historia cuenta que el nombre de la ciudad provino de su significado literal del japonés, que se traduciría al español en algo así como “puente de pontones”. Es decir, un puente hecho a partir de tablas de madera flotantes en el agua y alienadas gracias a diversos botes. Este puente y su nombre nacieron de la mano del legendario príncipe Ousu, mejor conocido en el imaginario popular como Yamato Takeru y principal protagonista de los textos más antiguos dentro de la historia japonesa; el Kojiki y el Nihoshoki, escritos en los años 712 y 720 respectivamente. En estas crónicas, el joven príncipe del clan de Yamato se ve envuelto en medio de los conflictos fratricidas propios de la monarquía, por lo que su padre, el Emperador Keikō le envía en una titánica travesía a la provincia de Izumo, con el fin de deshacerse de su iracundo hijo. Es durante esta travesía que el príncipe se las ingenia con un puente improvisado, justo en el momento de cruzar el río Ebi. A partir de entonces, todo el asentamiento circundante pasó a llamarse Funabashi, nombre que perdurará hasta nuestros días.
En los que respecta a los orígenes históricos propiamente tales, la génesis de Funabashi no dista mucho de los anteriores relatos; los asentamientos alrededor del río Ebi que surgieron durante el periodo Jōmon prosperaron y crecieron lo suficiente como para dar paso a aldeas y pueblos cada vez más grandes. La ciudad ya sale mencionada dentro de uno de los primeros y más completos textos de historia japonesa del periodo Kamakura, el Azuma Kagami, escrito en el año 1266, convirtiéndose en uno de los primeros registros escritos del gobierno samurai en el Japón antiguo. Durante toda esta extensión temporal, Funabashi se constituyó como un importante punto comercial y de transporte, esto gracias a su ubicación estratégica en la desembocadura del río Ebi y su cercanía con la ciudad de Edo, la actual Tokio. De manera temprana, los primeros grandes caminos trazados como las rutas de Okan, Onari-Kaido y la ruta de Sakura —predecesoras de las actuales grandes carreteras japonesas— atravesaron o discurrieron en las cercanías de Funabashi, lo que permitió el nacimiento de las llamadas Ai-No-Shuku (間の宿), lo que en español se traduce como “estaciones intermedias”.
La función de las Ai-No-Shuku o "estaciones intermedias", como su nombre lo indica, consistía en servir como puntos en medio de las rutas anteriormente nombradas como lugares de descanso y más adelante, como estaciones de correo. Bien podría pensarse que este tipo de establecimientos actuaron como un antecedente histórico a lo que hoy conocemos como estaciones de servicio en las carreteras. Junto a estas estaciones intermedias comenzaron a proliferar también otros establecimientos como los célebres ryokan, restaurantes, etc. Por lo general, estas rutas y establecimientos fueron utilizados ampliamente por los peregrinos que viajaban en dirección al templo budista de Naritasan Shinshoji, ubicado en la vecina ciudad de Narita, hacia el interior de la misma provincia de Chiba.
Si damos un nuevo salto temporal, entraremos de lleno a la convulsionada época de modernización durante la Restauración Meiji, en 1868. Un proceso que sacudió por completo a la ya constituida nación japonesa, y que por supuesto no dejaría de lado a la ciudad de Funabashi. Es en este punto de la historia en donde podríamos establecer el origen moderno de la ciudad.
Los cambios generados en la Restauración Meiji a través de sus diversas revoluciones industriales y tecnológicas instalaron en la zona una gran cantidad de infraestructura comercial como fábricas, instalaciones portuarias y comercio. Sin embargo, la gran explosión demográfica vino de la mano con los militares, esto gracias a que el Ejército Imperial decidió crear una extensa red de instalaciones en los alrededores de la ciudad. El crecimiento urbano que vino de la mano con este sector hizo que rápidamente Funabashi se consolidara como la “capital militar del Japón”. Una mención digna de destacar, es la figura del reconocido escritor Kawabata Yasunari, quien llegó a hacer mención de Funabashi en sus obras como “una ciudad de soldados”. Paralelamente, las transformaciones de la era de Meiji no se detuvieron y, en 1873, bajo el nuevo sistema de organización administrativa, la ciudad pasó a estar formalmente bajo la jurisdicción de la prefectura de Chiba. Décadas después, en 1894, se inauguró la Estación de Funabashi, junto con la correspondiente línea de ferrocarril Sobu, lo que facilitó considerablemente la comunicación y los viajes diarios entre Funabashi y Tokio.
Funabashi también se convirtió en protagonista durante momentos duros dentro de la historia nipona. En 1923, el devastador Gran Terremoto de Kantō golpeó la zona con una magnitud de 7,8 en la escala de Richter. Ciudades y pueblos enteros fueron arrasados hasta sus cimientos y matando a más de 105.000 personas. Funabashi resistió milagrosamente sufriendo daños mínimos. Gracias a esto, la ciudad se transformó enseguida en uno de los principales puntos de evacuación y auxilio para muchas víctimas provenientes de Tokio y otras ciudades y pueblos cercanos. Otro hito ocurrido durante este desastre fue la labor realizada por la estación de transmisión radiotelegráfica de la Marina Imperial en Funabashi, que no recibió daños durante el sismo y se encargó de transmitir al resto del Japón las trágicas noticias del terremoto.
En los años siguientes el crecimiento urbano se retomaría gradualmente. El 1 de abril de 1937, la ciudad de Katsushika, la aldea de Yaei, la aldea de Houten y la aldea de Tsukada fueron fusionadas con Funabashi, siendo este el punto de consolidación como una de las ciudades principales dentro de la prefectura de Chiba, con aproximadamente unos 43.000 habitantes. Durante este mismo año, las operaciones militares en China serían el preludio del posterior conflicto a gran escala en el Océano Pacifico.
Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, la estación de transmisión radiotelegráfica de Funabashi volvería a cobrar relevancia durante los próximos momentos de la contienda en el Pacifico; en diciembre de 1941, la estación transmitió varios códigos para la flota de ataque del Almirante Yamamoto que navegaba rumbo a Pearl Harbour. También en abril de 1942, de manera similar a lo ocurrido durante el terremoto de Kantō, la estación fue la responsable de transmitir al resto del país las noticias de la infame Incursión Doolittle, el primer bombardeo a gran escala de las fuerzas estadounidenses sobre la ciudad de Tokio. Incursiones que se repetirían durante los años siguientes de la guerra. Sin embargo, y a pesar de tener una considerable presencia militar e industrial, la ciudad de Funabashi logró sobrellevar los años de la guerra relativamente bien en comparación a otras regiones que resultaron completamente devastadas. Incluso cuando el fin de la guerra y la derrota estaban prácticamente sellados, Funabashi tan solo sufrió un par de ataques aéreos esporádicos y que no causaron mayores pérdidas en vidas humanas y en infraestructura. Esto sería clave para los años venideros.
Mientras el resto de Japón padecía los duros años de la inmediata posguerra y ocupación estadounidense, Funabashi experimentó un auge nunca antes visto en su historia. Dos fueron las principales explicaciones de este renovado florecimiento de la ciudad; en primer lugar, y como ya se mencionó antes, Funabashi logró escapar relativamente indemne de los devastadores bombardeos de la aviación aliada durante la guerra, por lo que gran parte de su infraestructura vital pudo mantenerse operativa. Esto nos conecta directamente con la segunda explicación, y es que al no recibir un daño considerable y considerando su ubicación estratégica, Funabashi fue convertida en un importante centro de distribución, tanto por las autoridades imperiales durante la guerra, como por las fuerzas de ocupación después de la derrota. Otro importante hito histórico que evidenció la importancia de Funabashi fue la visita realizada por su majestad imperial, el Tenno Showa, durante los distintos viajes alrededor del país para concretar los esfuerzos de reconstrucción.
Comercio de todo tipo vino a revivir la vida en las calles de la ciudad. La distribución de productos de primera necesidad, alimento y el evidente auge del mercado negro devinieron en la rápida recuperación de la ciudad en un punto de vista tanto económico como demográfico. Enseguida, el importante flujo de personas, bienes y recursos hizo que Funabashi fuera conocida como “la Shanghái de Japón”, como muestra evidente del importante rol que ocupó la ciudad en el movimiento necesario para la recuperación después de la derrota en la guerra.
Como es bien sabido, el resto de Japón concentró sus esfuerzos en levantar al país logrando el llamado “milagro japonés”, sacándolo de las ruinas y posicionándolo como una importante potencia mundial en auge ya bien entrado el siglo XX. Es durante este renovado impulso, durante la década del 60 cuando podemos ver un nuevo boom de crecimiento urbano en Funabashi, esta vez gracias a la construcción del complejo de viviendas de Maehara, un ambicioso proyecto que constituía en 59 edificios residenciales en el distrito homónimo de la ciudad. El proyecto sumó un total de 1.428 nuevos apartamentos, lo que terminó por consolidar a Funabashi como una de las principales ciudades dormitorio de Tokio. Característica que sigue manteniendo hasta nuestros días.
Hoy en día, aunque manteniendo su carácter propio de ciudad bajo la jurisdicción de la prefectura de Chiba, la expansión urbana ha hecho que bien pueda considerarse a Funabashi como una extensión de carácter más residencial de Tokio. Las líneas de conexión terrestre tanto en carreteras como en trenes han ido en aumento, trayendo consigo una disminución en los tiempos de viaje; asimismo, grandes almacenes como Tobu o LaLaport se han consolidado como importantes puntos comerciales, permitiendo que la ciudad de Funabashi siga manteniendo su naturaleza histórica, convirtiéndose en una parada obligatoria para apreciar la evolución histórica de Japón.
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