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Javiera Vega

Mis días en la librería Morisaki: una celebración de la literatura japonesa

En las bulliciosas calles de Tokio, las librerías son un tesoro común. En tiendas como Kinokuniya o Junkudo, los ávidos lectores pueden hallar los últimos lanzamientos nacionales e internacionales. Sin embargo, ¿qué sucede cuando anhelas más que un simple libro? A veces, los amantes de la literatura buscamos una experiencia más profunda, una conexión. Necesitamos interactuar con un librero que comprenda nuestros deseos y un libro cuyas páginas gastadas narren una historia que trascienda su encuadernación.


Si buscas esta experiencia única, dirígete a Jimbōchō, un barrio que no sólo alberga las sedes de editoriales destacadas como Shogakukan y Shueisha, sino que también encontrarás numerosas librerías especializadas en libros de segunda mano. Estas tiendas, a pesar del vertiginoso ritmo del mercado literario, han subsistido en armonía con los grandes comercios y el inexorable paso del tiempo. Es en este vibrante contexto que Satoshi Yagisawa ambienta su novela Mis días en la librería Morisaki, presentando personajes que se entrelazan en este espacio, quienes van sanando a través de sus conexiones y los tesoros literarios que adornan las estanterías de esta particular tienda.


¿De qué trata Mis días en la librería Morisaki?


Takako es una joven cuyo mundo se desmorona abruptamente cuando descubre que su novio, y además colega, ha estado saliendo con otra mujer de la oficina y planea casarse con ella. Aunque él intenta continuar la relación, Takako se niega a ser la otra mujer. Humillada y destrozada, abandona su trabajo y acepta la invitación de su tío Satoru para vivir en la librería Morisaki, de la cual él es el dueño.


Aunque la relación familiar entre ambos se enfrió en la adolescencia debido a las excentricidades de Satoru, Takako, desmotivada y sin energía, se deja llevar. A pesar de no ser una ávida lectora como los clientes habituales de Morisaki, poco a poco recupera su entusiasmo y comienza a entablar contacto con personas que viven y trabajan en Jimbōchō. Al mismo tiempo, encuentra consuelo en los libros de la tienda, lo que la ayuda a reconectar con su tío, quien también enfrenta el regreso sorpresivo de su esposa, Momoko, tras cinco años de ausencia.


Mis días en la librería Morisaki: sanación a través de las páginas


Mis días en la librería Morisaki es un regalo para los amantes de la literatura japonesa que han sentido cómo los libros llegan a nuestras vidas en el momento perfecto. Aunque la protagonista, Takako, está sumida en una profunda depresión al comienzo de la historia y no es particularmente amable, su encuentro con los clientes y trabajadores de una cafetería cercana impulsado por Satoru marca el inicio de su recuperación. Pequeños momentos como este abren su mundo a nuevas experiencias, permitiéndole encontrar consuelo en las palabras de autores como Dazai, Akutagawa, Saisei y Nagai, así como en las amistades y perspectivas que la rodean. Esta nueva fuerza es la que le permite reordenar su vida y devolverle el favor a Satoru al convertirse en mediadora de una posible reconciliación entre su él y su desaparecida esposa, Momoko.


Para quienes han disfrutado de otras obras de la literatura japonesa, Mis días en la librería Morisaki puede evocar a Kitchen de Banana Yoshimoto. Ambas historias presentan personajes que superan momentos difíciles a través de los demás y elementos tangibles de la vida diaria. Mientras que Mikage encontraba consuelo en los Tanabe y la comida, Takako halla apoyo en las personas de Morisaki y los libros. A pesar de las similitudes, la obra de Yagisawa no se siente una imitación.


Aunque Yagisawa no profundiza tanto en el aspecto emocional como Yoshimoto, esta elección parece ser deliberada. Su prosa es ligera, enfocándose en la belleza de lo cotidiano. Aunque no hay eventos espectaculares ni incursiones en lo onírico, Mis días en la librería Morisaki es una historia igualmente mágica. La novela resalta cómo la vida puede mejorar simplemente al abrirnos a nuevas experiencias y a lo que nos hace humanos, ya sea la amistad con otros o las palabras impresas en un libro de segunda mano.


Jimbōchō, Tokio

Conclusiones


Mis días en la librería Morisaki puede parecer superficial para quienes buscan una exploración más profunda de la recuperación emocional. No obstante, para aquellos que buscan consuelo en una narrativa optimista y luminosa, este libro es una elección ideal. Su extensión moderada y prosa ágil hacen que la lectura sea placentera. Aunque no estés familiarizado con Jimbōchō ni con el mundo editorial o los libros mencionados en la historia, son las interacciones entre los personajes lo que destaca y deja una cálida impresión en el corazón del lector.


Es importante señalar que esta obra tiene una adaptación cinematográfica estrenada en 2010 y una continuación publicada en 2011. Esperamos que Letras de Plata, sello de Ediciones Urano que nos brindó este primer volumen, tenga planes de traducir la secuela. Estamos seguros de que muchos lectores estarían encantados de volver a sumergirse en el encanto de la librería Morisaki una vez más.




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